Morgan Se dirigía a la clase 13 para encontrarse con dos de sus mejores
amigas. Caminaba por los pasillos del instituto, contemplando los distintos
disfraces de sus compañeros, ya que el día de Halloween estaba permitido ir a
clase debidamente ataviado. Ella, por su parte, había elegido un sombrero
picudo de bruja y un vestido negro que se le ceñía al cuerpo, dejando entrever
una espléndida figura.
—Por fin llegas, Morgan —dijo Selene a modo de saludo—. Llevamos un
siglo esperándote.
—Había tráfico —mintió, pues no quería decir que se había dormido—.
¿Habéis traído el grimorio?
—Por supuesto —convino Diana, sacando un libro antiguo de su bolso.
Las tres chicas se habían conocido en el aula de castigo en su primer
año de instituto, tras un largo día de cosas inexplicables:
Por un lado, Selene había provocado un pequeño incendio en una de las
aulas y, por culpa de su estado de nervios, había sido considerada culpable. A
su misma vez, pero en otra clase, Diana armaba un escándalo al decir que la
profesora de historia iba a morir atropellada por un autobús escolar, cosa que
terminaría cumpliéndose dos días después. Y, finalmente, Morgan había sido
enviada al aula de castigo, junto a las otras dos chicas, por haber llegado
tarde a clase, algo normal en una joven que se pasaba la noche teniendo
visiones de una vida pasada.
Las tres jóvenes habían
conectado, rápidamente, de una forma profundamente espiritual. Juntas descubrieron
que eran portadoras de dones, que sus respectivos nombres pertenecían a
conocidas brujas de la antigüedad e, incluso, aprendieron a practicar para mejorar sus habilidades.
Además, no hacía más de un mes, habían encontrado un grimorio enterrado en el
bosque que rodeaba la escuela y, tras muchas discusiones, decidieron convocar a
quien el libro denominaba como “La Creadora”.
—Rápido, hagámoslo —dijo Diana,
ansiosa.
Morgan, Diana y Selene, tomadas
de las manos y formando un círculo, comenzaron a recitar un conjuro que, días
atrás, habían memorizado para la ocasión:
—Diosa de la noche. Reina del día. Gobernadora de los siete mares. Nuestra
creadora…
A medida que las palabras iban saliendo de sus labios, las chicas se fueron soltando las unas de las otras y
comenzaron a encender unos cirios, anteriormente colocados por Diana y Selene,
que formaban las puntas de un pentagrama invertido, tal y como explicaba el
grimorio que había que hacer.
Cuando acabaron de recitar el
conjuro nada ocurrió, por lo que las chicas se sintieron algo desconcertadas y,
quizá, un poco decepcionadas.
—Hijas mías —surgió una voz
desde las sombras.
Como movidas por un resorte, las
tres se dieron la vuelta y se encontraron, cara a cara, con una hermosa mujer,
de cabellos rojos como el fuego, ojos ambarinos, labios carmesí, que resaltaban
por la palidez de su tez, y completamente desnuda, aunque una larga serpiente se
enrollaba alrededor de su cuerpo.
—Ha pasado mucho tiempo —habló
la misteriosa mujer—, e imagino que nadie os habrá hablado de mí. Sin embargo,
en vuestro interior sabéis quien soy. De cualquier forma, permitidme
presentarme.
»Yo soy la primera
mujer, pero no soy esa insulsa de Eva. Yo soy la madre de todo ser mágico y por
ello soy repudiada por ese al que llaman Dios. Yo soy Lilith y, junto a
vosotras, recuperaré todo lo que me pertenece.
—Mi señora —dijeron
las tres chicas al unísono, cayendo de rodillas ante la hermosa mujer,
mostrando su rendición.
Pasad un divertido y terrorífico Halloween ;)
Sherezade Ortiz-Villajos
Que bueno, muy chulo ^_^
ResponderEliminar¿Ahí se acaba el relato o vas a continuarlo?
Besitos <3
En realidad, aún no lo sé xD
EliminarUn besazo :*
Guay guay, me gusta, poco a poco ira tomando todo esto forma.
ResponderEliminarEscribes muy bien shere.
Saludos